14. Historia de la Ciencia en América Latina_Tarea 6



 ¿Es posible hacer historia de la ciencia siguiendo a los instrumentos?

¿Cuál es el papel de los instrumentos para la práctica médica?


En lo que a la historia de la ciencia y su relación con los instrumentos se refiere, es posible afirmar que el uso de estos últimos tiene no solo una vertiente práctica (se utilizan los instrumentos que funcionan, o sea se usan porque son “buenos”, son “útiles”), sino también política. Para entender esto, resulta interesante analizar el caso del esfigmógrafo.

Inicialmente, en México circulaban pocos instrumentos médicos, casi exclusivamente de proveniencia europea, y destinados en su mayoría a la práctica privada. Sin embargo, con la creación de la Escuela Nacional de Medicina todo esto cambia, y aque esto llevó a que se importaran más instrumentos de Europa; hay que notar que el uso del verbo “importar” es aquí de carácter fundamental, ya que en México, también después de 1838, la acción principal era la de traer, no de construir, si bien se puede hablar de un cambio en los tipos de objetos importados después de los setenta.

Entre estos instrumento se encontraba el esfigmómetro, diseñado por el francés Etienne Jules Morey (1830-1940). El uso de los objetos de Morey (y no solo de los suyos) se basaba en el hecho según el cual estos se deshacían de la subjetividad humana, la del médico, gracias a su más refinada objetividad en cuanto máquinas: en otras palabras, los instrumentos resultaban ser más fiables, por lo menos desde un punto de vista de medición, o así se pensaba. Es por esta razón que mientras en Francia la invención de Morey se utilizaba casi exclusivamente en los laboratorios, en México fue introducida también como parte del arsenal clínico.

En 1861 un médico francés, Denís Jourdanet, sostuvo que los mexicanos estaban predispuestos a la anemia de las alturas, lo cual lo llevaba a definirlos una “miserable raza”. Fue para refutar a Jourdanet, entonces, que el médico Vergara Lope (1865 – 1938) utilizó directamente los instrumentos europeos, entre los cuales el esfigmógrafo, y esto porque la exactitud de la prueba tenía que basarse no en la subjetividad de los sentidos, sino en la objetividad y la precisión de la máquina; los instrumentos se cargaban así de cuestiones tanto políticas como éticas, ya que ellos confirmaban que los méxicanos eran símiles a los europeos, no inferiores suyos.   

¿Qué podemos aprender de todo esto? La razón que llevaba a utilizar los instrumentos europeos no se basaba en la imposibilidad, por parte de los mexicanos, de producirlos ellos mismos. Se trataba de una cuestión cultural, de la idea según la cual (opinamos) el valor de “europeo” implicaba una realización mejor, una fiabilidad más grande. Nada diferentes, proponemos, de cuando decidimos descartar determinados objetos por su proveniencia de determinados países, prefiriendo otros de naciones con una tradición más “fuerte” en lo que a la calidad se refiere.

Efectivamente, existía además una red organizada de compra y adquisición de instrumentos europeos en América Latina, todo lo cual se basaba en que la creación era algo que podía venir solo de Europa, mientras que el genio local se mostraba en la re-creación, en la adaptación. No hay que olvidar, entonces, que la cultura del instrumento se acopiaba con la cultura de un mercado especializado, lo cual construía una serie de interrelaciones que llevaban a preferir la importación en vez de la creación. Lo político, o sea el valor de “lo europeo” como demostración de la fiabilidad y de la conexión con una larga tradición médica, se unía así a la necesidad de entablar un discurso con Europa y esto solo podía tener lugar utilizando los mismos instrumentos, o sea utilizando no solo el mismo idioma, sino también el mismo bolígrafo con el cual escribir. 

El juego de Lope, entonces, estaría en que fueron los instrumentos europeos que afirmaban cómo el mexicano era parecido al europeo, y esto, repetimos, a través de la fiabilidad del instrumento. En otras palabras, no era una decisión arbitraria, sino una confirmación por parte de herramientas neutras, objetivas. El instrumento “europeo” provenía de aquellos países en los que la tradición médica era más antigua, la misma tradición en la que se basaban los médicos mexicanos. Utilizar determinados instrumentos que tenían una precisa “sensación” cultural, y se insertaba también el la red de arriba, o sea se encontraba en un mercado ya existente y muy fuerte. 


El resultado del análisis de este suceso histórico nos lleva así a preguntarnos si, efectivamente, la afirmación con la que hemos empezado tiene o menos valor. Y, de hecho, el uso que Lope hizo del “objeto francés” implica la necesidad de controlar los tipos de instrumentos utilizados ya que cada uno de ellos conlleva una serie de mecanismos culturales bien definidos. Si el uso de los instrumentos europeos era “necesario”, esto se debía a que Europa representaba (a) la tradición, (b) la fiabilidad y (c) el conjunto de “ciencia” del que América latina reputaba formar parte. 

El tipo de instrumento que se utilice, en consecuencia, implica también la aceptación de su contexto de uso. No se puede usar un esfigmógrafo si no aceptamos cómo funciona dentro del contexto cultural que define su uso. En otras palabras, ningún doctor puede vacunar a sus pacientes si no acepta la estructura epistemológica (y no solo) sobre las que la aceptación de la “vacuna” se rige. Es una cuestión de “redes”, entonces, de un subtexto que se reverbera en el estudio (casi arqueológico) no solo de las ideas, sino de cómo ellas se muestran en la presencia física de los objetos que crean y con/por los cuales se reproducen.

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