12. Ciencia, tecnología y sociedad_Tarea 4

Entre una de la propuestas para analizar la tecnología de nuestro entorno, Youtube parece ser un elemento interesante no solo por su estructura, sino por el hecho de ser un contenedor cuyos elementos pueden ser utilizados según diferentes maneras de acercarse a ellos. Youtube, de hecho, no puede ser definido simplemente como proveedor de vídeos, ya que cada vídeo tiene características precisas que aumentan el valor de la oferta general: de clips musicales a lecciones de filosofía, de películas en blanco y negro (y mudas) a los avances más recientes de los próximos blockbuster. En el caso de los vídeos de información y educación, quizás lo que más nos importe, Youtube permite acceder a un sinfín de nociones sin tener que pagar más que el precio de nuestro device y de nuestra conexión (cuando no es pública). Desde un punto de vista de las ventajas que nos propone, Youtube entonces es incomparable. Piénsese tan solo en los estudiantes de lenguas extranjeras quienes, si antes teníamos que utilizar los pocos recursos audio y vídeo disponibles (VHS, por ejemplo), hoy en día nos está garantizado el acceso a cualquier tipo de acento existente, así como poder mejorar nuestras habilidades gracias a vídeos cuyas temáticas sean las que más nos gusten (no basta con escuchar, hay que escuchar lo que nos apetece). Youtube, además, nos permite visualizar aquellos vídeos que las televisiones oficiales (me refiero a los estados autócratas) prefieren no hacernos ver, como pueden ser las protestas filmadas por la gente en las calles (piénsese en las fracasadas primaveras árabes, o en cómo vídeos sobre China y su autoritarismo-imperialismo llegan a nosotros). Cuestiones profundas, entonces, son también las que permiten aumentar el tamaño de la oferta o de la libertad de expresión, así como asegurar el acceso a esta torre de Babel a todo el mundo. De todas formas, Youtube es también un lugar que puede cambiar negativamente nuestra manera de pensar, a través de la influencia de la propaganda, sea esta de carácter obvio (la propaganda de los estados fracasados éticamente, como Rusia y buena parte de los vídeos producidos allí en los años pasados) o engañoso (aquellos influencers que nos proponen material propagandístico disfrazado de opinión neutra). Esta eterna y casi infinita libertad (de tema, por supuesto, no de imágenes o palabras “negativas”, como pueden ser las racistas) nos presenta así los mecanismos de una tecnología que permite tanto la presencia de material positivo como de material negativo, demostración esta de cómo la tecnología, muchas veces, presentándose como herramienta neutra esconde en sí una serie de estructuras que permiten su explotación o tan solo un jugar con las reglas para presentar material “borderline”. Los presentes intentos por parte de Youtube, gracias a la IA, por ejemplo, de cambiar el rumbo y actuar más detenidamente ante material obviamente negativo y/o falso demostrarían entonces la necesidad de una reglamentación, algo que, de todas formas, resulta ser más bien un desideratum y menos real de lo que querría ser. Quizás aquí se encuentre una clave para entender la tecnología de nuestro presente: algo teóricamente neutro que puede llegar a ser utilizado fácilmente por personas o organizaciones detrás de cuyo mensaje se esconde la idea de cambiar negativamente la sociedad. Solo hay dos soluciones: una mayor atención por parte de la “policía” de Youtube o, a lo mejor, la necesidad de enseñar a los ciudadanos, a través de la escuela, cómo no dejarse atraer por lo falso, lo aparente, lo fake.