01. Epistemología y cultura científica_Tarea 3

El texto de Sober supone un acercamiento a la cuestión de lo genético y de lo natural en relación con el elemento global de un ser vivo (humano, especialmente). Nos lleva a tener en consideración, dicho en otras palabras, el problema del cambio (¿de los cambios?) posible en lo que a la estructura global de un determinado elemento biológico (el ser vivo de arriba) se refiere, ayudándo así a tener una visión menos superficial y más concreta (y, quizás, un poco más compleja) de este discurso así importante para nuestra sociedad. Y, efectivamente, esta importancia se debe a la diferencia que se establece entre lo “posible” desde un punto de vista de “hacer”, y lo “correcto” desde un punto de vista más bien moral.
 Las diferencias que se establecen entre estas dos consideraciones se ven suportadas por una serie de elementos de carácter más bien estrictamente científico que nos permiten tener aquel elemento de “lo concreto” de arriba, logrado todo esto gracias a un análisis más profundo de la cuestión. El resultado final, entonces, no es el simple hecho de profesar una sabiduría superior a la de la mayoría de las personas, sino que, efectivamente, el juicio que queramos dar sobre la cuestión se vería ayudado por los datos y las consideraciones que intentan ser de carácter neutral y, por supuesto, objetivo. 
Desde un punto de vista discursivo, estaríamos ante la voluntad de explicar algo de por sí difícil para que el lector pueda obtener una visión más fundada sobre el tema que se va desarrollando en los párrafos. Esta necesidad de dar una consistencia más “real” a la serie de comentarios que Sober propone se refiere, a lo mejor, a una voluntad de entablar un diálogo capaz de dirigirse a un público capaz de interpretar lo que se le presenta. 
El problema de textos como esto, entonces, no tiene que ver con el contenido de por sí, fiable las más de las veces, sino en el supuesto “lector ideal” al que se dirige. Una lectura de este tipo puede sí funcionar en el conjunto de los científicos o de los aficionados a la ciencia, sin embargo poco éxito tendrían con la mayoría de los posibles lectores mundiales. La persona que, abiertas las páginas, logre captar los diferentes temas que se le presentan, así como interpretar el discurso global y los discursos secundarios, es, obviamente, una persona que ya tiene ciertos conocimientos previos y que, por esta razón, no ve problema alguno en descifrar los elementos y ponerlos en una situación dialógica (virtual) entre sus propias ideas y las del autor. 
El funcionamiento de este artículo se basa, entonces, en una inteligibilidad mutua capaz de regirse sobre una serie de referencias léxicas e históricas que forman el conjunto comunicativo del área “ciencia” (de los genes, en este caso). Palabras como “fenotipo” o elementos como las referencias a Crick y Watson suponen la no necesidad de explicar “de qué estamos hablando”. Una consideración, esta, de carácter más bien expositivo, en el sentido de a quién se le propone el texto y dentro de qué estructura discursiva se encuentra. 
Dejando entonces por un lado cuestiones exquisitamente textuales, la pregunta de si efectivamente un texto de este tipo puede o menos ayudarnos a tener una visión más concreta sobre la cuestión que se aborda obtiene, desde un punto de vista personal, una respuesta rotunda y globalmente positiva. De hecho, si el discurso que se entabla responde a una necesidad de crear un diálogo con especialistas, resulta de por sí natural que el elemento retórico aquí utilizado se base en una serie de consideraciones no simplemente abstractas, que poca referencias tienen con lo real, sino sobre todo de valor “verdadero”, fácilmente analizables y discutibles en su área. 
Esta necesidad de análisis y discusión, por supuesto, es el punto de partida para poder dejar que el discurso fluya sin que haya elementos de disturbios causados por una incapacidad de basarse en elementos concretos. De hecho, si el tema es algo que tiene sus raíces en lo real, resulta ser algo bastante obvio el hecho de que se inserte en esta realidad y, en consecuencia, se refiera a ella no solo como tema sino también en tanto contexto discursivo. Los ejemplos concretos no forman simplemente parte de lo de qué se habla, sino que son ellos mismos las bases sobre las que el elemento de discusión puede sostenerse, lo cual implica, además, un reconocimiento de las estructura del lenguaje “ciencia” (léxico, por supuesto, pero también sintáctico y pragmático). 
 De hecho, la recién mencionada cuestión histórica y cultural permite crear una serie de representaciones y de (re)encuentros en el interior de un paradigma discursivo que ayuda a tener una visión global y específica (los dos elementos pueden ir juntos) con un mayor nivel de elaboración meta-textual: quien habla estaría usando un conjunto de elementos con los cuales se vuelve más simple el discurso textual y se subraya la cercanía entre lo vivido por el escritor y lo vivido por el lector. El pacto inicial de una charla entre pares se muestra aquí en toda su fuerza estructural. 
Hablar el mismo idioma, demostrar de formar parte del mismo gremio, nos pone así en una situación de paridad en la que nuestra discusión puede tomar una forma más precisa. Supongamos, por ejemplo, que se quiera hablar de la existencia o menos de un gen del idioma inglés (o castellano, italiano, chino). El hecho de usar determinados elementos reconocibles y reconocidos por los participantes (autor-lector) lleva a que el discurso tenga una consistencia intelectual más natural en el fuir del discurso, ya que permitiría abordar la cuestión a través un léxico y una cultura aceptados por ambas partes. Hablar la misma lengua significa entonces poder reconocer y analizar los datos que se presentan, y, por esta razón, abrir paso a un momento ulterior de control si fuera necesario. 

 Post Scriptum : la cuestión de a quién se dirige un texto como el que acabamos de analizar es obviamente menos rígida de lo que puede parecer a través de la lectura de este comentario. No existen solo textos para especialistas y solo textos para profanos; en realidad hay cierta gama, lo cual podríamos definir con la frase “gradación de los elementos internos” (el susodicho léxico y el ámbito histórico-cultural). El artículo de Sober, por ejemplo, no resulta demasiado específico y puede ser leído también por los que tienen un conocimiento mínimo de la cuestión; de todas formas es necesario saber algo sobre qué es un gen, qué es el ADN y qué es un fenotipo (del que no hay ninguna explicación en el texto, lo cual nos hace pensar que se trata de algo que teóricamente el lector ya tendría que conocer). Dependiendo de a quién se dirija un texto, el resultado obviamente variará, sin que esto implique una simple dualidad entre los que saben (pero, ¿qué?) y los que no.

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