09. Científicas de ayer y de hoy_Tarea 4



Entrevista a María la judía


GN : ¿Cómo se llama?


MJ : Me llamo María, pero me han dado también varios apodos. Para algunos soy la judía o la hebrea, como podéis ver por mi nombre, para otros soy la profetisa.


GN : ¿Cuándo nació?


MJ : Depende, Hay los que dicen en el primer siglo de vuestra era, otros en el segundo, y  otros en el tercero. Todo puede funcionar, como dice vuestro filósofo alemán, “anything goes”. No me preguntes datos más precisos. Simplemente nací en un período en el cual todavía se hablaba griego y latín.


GN : Y, ¿cuál fue el lugar donde nació?


MJ : Dicen que Alejandría. Sin embargo, cualquier lugar podría ser el donde mi madre me parió, ¿no crees? Es como si más que una persona real, yo fuera parte de una leyenda, de un mito.


GN : Pero, a veces los mitos se basan en la realidad, ¿no?


MJ : Por supuesto, sin embargo hay mitos que ni siquiera una pica de realidad tienen. Yo, sí existí en aquella parte del imperio romano. Y me ocupé de alquimia. 


GN : Y, ¿qué es la alquimia?


MJ : Una manera de interpretar la naturaleza, de trabajar con los elementos que componen no solo nuestro mundo, sino todo el universo. 


GN : ¿Química, entonces?


MJ : Llámala como mejor creas. Eran tiempos diferentes, con diferentes palabras para designar conceptos que quizás ya hayáis abandonado. El pasado, en la ciencia, en la descubierta de lo que es la naturaleza, quizás poca importancia tenga. Caemos todos y todas en el olvido, como si nuestra vida poca importancia tuviera.


GN : Pero, usted sigue siendo parte de nuestro mundo.


MJ : Sí, habláis de mí cuando utilizáis el baño María. Una técnica sencilla, pero que se sigue utilizando. Quizás sea esta sencillez la que le ha permitido navegar los siglos hasta vuestro tiempo. Pero, ¿se trata de verdad de mi técnica? A veces es como si no recordara mis mismos inventos. Me la atribuyen, esto basta, y todos la usan, también en vuestras cocinas, si bien casi nadie sabe que soy yo la que le dio su nombre. 


GN : Y suyos son también otros inventos. El tribikos, el kerotasis.


MJ : El tribikos sirvió para la destilación. El kerotasis nos servía para recoger vapores de algunas sustancias. Nos interesaba el juego de los cambios. ¿Era posible pasar de un elemento a otro? ¿Era posible crear el oro? Si la respuesta hubiera sido positiva, si hubiéramos logrado obtener aquél resultado, la historia habría tomado otro rumbo. 


GN : ¿Qué era lo que le interesaba realmente?


MJ : Descubrir los secretos de la naturaleza. Entrar en sus leyes, leerlas, interpretarlas, y después actuar sobre ellas. ¿No es, acaso, el objetivo de muchas personas? Sí, nuestra idea, la de los alquimistas, era la de poder atrapar el lenguaje de los elementos naturales y así poder usarlos según nuestras necesidades. Es un carácter pragmático, ¿no crees? No nos separamos muchos de los doctores, los que intentaban aprender cómo funciona el cuerpo y, así, ayudarlo. La nuestra era una búsqueda de la realidad, para poder alcanzar aquel grado de ductilidad de la naturaleza que define el progreso técnico, el progreso del conocimiento. 


GN : ¿Qué era este carácter pragmático?


MJ : Era algo cultural. A lo mejor algo que nos formó a todos, que nos empujó a encontrar una solución a los problemas diarios. Sí, era la voluntad de hacer, de crear, de relacionarse con el mundo que nos rodeaba y que nos empujaba a leerlo. La ciencia es como una partera que se acerca al vientre lleno de la naturaleza y la ayuda a empujar. Es una niña que se acerca al seno de la madre y que casi a ciegas logra poner sus labios sobre un pezón, y chupa, chupa continua y ávidamente, en la esperanza de crecer.


GN : ¿Fue difícil ser mujer y alquimista a la vez?


MJ : ¿Qué significa “difícil”? Depende de los contextos, ¿no? La ciencia no tiene género, no tiene sexo, no tiene un idioma humano, sino que tiene todos los sexos, todos los géneros, todos los idiomas. Esta voluntad de conocer, ¿acaso le pertenece solo a los hombres? ¿Acaso es de solo una cultura, como si las otras no pudieran acercarse, y en el acto acrecentar el caudal de conocimientos? Los elementos no tiene una boca con la que hablar. Somos nosotros que tenemos que usar un oído especial para escuchar atentamente su mudo monólogo. Y nuestros oídos no cambian de mujer a hombre, de muchacho a muchacha. El conocimiento es de todos, el conocimiento es de todas.


GN : Pero, ¿qué significa tu persona? ¿Qué encarna usted?


MJ : ¿Persona o personaje? Ay, la diferencia no es de poca cosa. Como persona yo fui, hecha de elementos naturales, y ahora nadie sabe dónde se encuentra mi cuerpo. Ni saben cómo fue mi cara, qué ritmo tenía mi voz, qué color mi pelo, qué olor mi piel. Pero, como personaje existo, formo parte de la historia de la ciencia, y todavía me reverbero en vuestro presente, como si el tiempo nunca hubiera pasado. Así es la ciencia, ¿no? Así todos los productos del ser humano, de las mujeres y de los hombres, y de todos los que no encajan en ninguna clasificación. Somos un fluir de ideas que luchan en contra de un destino que no podemos rechazar, el destino de la desaparición, hacia un futuro en el que todos los elementos cambiarán, se remoldearán, se juntarán y se separarán, infinita y graciosamente. Yo existo como idea porque existí como persona, y como yo existirán otras que seguirán mi camino, y que en mí reconocerán la neutralidad de la ciencia, del conocimiento en cuanto investigación, en cuanto acción humana, sin límites de edad, sin límites de género, sin límites de sexo. No escapéis de lo real, hay que aguantarlo, hay que acercarse, y en la reverberación de las prohibiciones, en la falta de respeto por la dignidad humana, hay que levantar otro grito, y en la desesperación de las a quienes se las obliga a no estudiar, a transformarse en vientres y nada más, hay que asegurar que no están solas. El conocimiento nos hará libres. Dejad que reverbere en los pocos siglos de vida la raza humana futura.

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