08. Filosofía, ciencia y literatura_Tarea 3


Publicado en el siglo XIX, el Origin of the Species de Darwin supuso un cambio radical en lo que a la lectura y la interpretación de la naturaleza se refería. Efectivamente, la obra del científico británico no solo basaba sus ideas en una serie de resultados e hipótesis que se habían ido desarrollando (piénsese en Lamarck, en Erasmus Darwin, o en la cuestión de las descubiertas de la geología), sino que permitía analizar la naturaleza de forma más acertada. La manera con la que fue recibido el libro dividió a la población en dos grandes grupos: por un lado los que aceptaban las nuevas ideas (las cuales no eran, en realidad, así nueva), como T. H. Huxley, mientras que otros intentaban desmistificar a Darwin y rechazar su teoría en cuanto imposible de encadenar con algunas ideas religiosas. 

El caso que nos interesa, desde un punto de vista literario, es la relación que se instauró entre la lectura de Darwin y el juego de la metáfora del reloj presentada por William Paley (1743-1805), una relación que tuvo como protagonista a Samuel Butler (1835-1902) en la segunda mitad del siglo XIX. Efectivamente, el escritor británico no solo pasó de una fe total en la religión a una aceptación completa de la evolución (cosa que lo llevó después a tener ideas diferentes a la de Darwin y a tomar el apodo de neo-lamarckiano), sino que optó por escribir sobre la cuestión de forma satírica en la prensa de Nueva Zelanda y después, una vez vuelto a su país natal, a insertar sus elucubraciones en algunos capítulos de su obra maestra, aquel Erewhon que se sitúa entre el concepto de utopía y el de distopia.

Lo que nos interesa aquí es, efectivamente, el así llamado “libro de las máquinas”, en el cual Butler nos revela la razón por la cual en el reino de Erewhon es casi imposible encontrar máquinas u otras herramientas más avanzadas. La motivación sería de carácter evolutivo: las máquinas estarían a punto de convertirse en seres pensantes y, en el acto, superar a los hombres como especie más fuerte, transformando a sus antiguos amos en sus servidores. Para que el reino de Erewhon no cayera en la casi total destrucción de la especie humana, se decretó que las máquinas fueran prohibidas, menos las más rudimentales y, por supuesto, necesarias para el buen funcionamiento de la sociedad. 

El juego, aquí, estaría en una crítica del pensamiento (ridículo, según Butler) de Paley, quien sostenía que al tropezar con un reloj en un bosque esto no podría sino llevarnos a pensar que el mecanismo perfecto tiene que ser obra de la mano de un ser superior; el significado de esta metáfora no era otra cosa sino establecer la existencia de un dios por el hecho de ser el universo muy complejo, o sea de una complejidad tal que no puede sino llevar a creer que alguien debe haberlo creado, alguien cuyas capacidades intelectuales serían de un nivel superior. La idea de Paley se vio descartada con la llegada de Darwin y, por esta razón, Butler se mofaba de las ridiculeces que algunos partidarios contrarios a la evolución utilizaban como demostración de la imposibilidad del juego del azar.

El componente satírico, entonces, llevaría al lector a desenmascarar el uso de una lógica y de una racionalidad errada, basada en un voluntad de no tener en cuenta la realidad de la naturaleza así como la ciencia nos invita a hacer. Los erewhonianos pecan por el hecho de interpretar el mundo según sus cánones, obviamente errados, lo cual cierra cualquier tipo de confrontación basada en la investigación y en el uso de la razón y de la experimentación. Las máquinas van a evolucionar simplemente porque pensamos que es una ley natural, inmutable, y en todo esto el ser humano, por una cuestión de pérdida de su estatus de ser superior, se vería transformado en un simple siervo, necesario para el mantenimiento de las máquinas mismas.

Un juego de este tipo ayudaba entonces a mofarse de la insensatez de cierto tipo de filosofía y de las interpretaciones erradas de algunos científicos. No hay que olvidar que el discurso que abre Butler es también un acto de autocrítica, ya que él mismo en su fase religiosa cryó fielmente en cualquier cosa le enseñaban y no pudo sino llevar a las consecuencias lógicas cualquier tipo de razonamiento de este tipo. Su fe derrumbó cuando descubrió que, contrariamente a lo que hubiera tenido que esperar, los niños bautizados se comportaban de manera peor que los no bautizados, quienes, aun sin haber recibido la salvación espiritual que otorga bañarse la cabeza en el agua sagrada, demostraban ser seres humanos mejores, no solo más inteligentes, sino más educados.

Lo que Butler hace, entonces, es demostrar los mecanismos de la pseudociencia, o sea de aquella manera de interpretar la naturaleza traduciendo sus reglas a un lenguaje humano sin tener en cuenta la posibilidad de que esta interpretación podría mostrarnos un mundo diferente al que habíamos imaginado. La teoría de la evolución, efectivamente, supuso un cambio radical no solo en la manera de analizar la naturaleza en relación con las especies, sino que el juego del lento cambio implicaba también una lectura de la vida de la tierra y de sus habitantes mucho más compleja de lo que se había pensado según los cánones religiosos occidentales basados en la Biblia. Si no se acepta la verdad, así parece implicar Butler, es posible que en vez de leer el mundo a través de ojos capaces de aceptar “lo que es” lo hagamos presuponiendo que el mundo tiene que adecuarse a nuestros prejuicios.

La lectura que se hace de Erewhon, de todas formas, es también la de una novela en la que es muy difícil dividir lo utópico de lo distópico, exactamente como resulta casi imposible descifrar el mensaje de Butler si solo una única lectura es la que queremos obtener: la obra se mueve a través de diferentes niveles, y lo que resulta ridículo puede (debe) contener una pizca de lógica que nos hace pensar si lo que estamos leyendo no podría ser, además de un mofarse de determinados pensamientos, también una invitación a pensar y analizar la cuestión más detenidamente.

Resulta así obvio cómo The Book of the Machines puede funcionar también como amonestación, como resultado de una reflexión sobre la real evolución de las máquinas. Desde este punto de vista, lo que Butler nos está presentando tiene un valor pragmático escondido con el cual el autor busca un diálogo más profundo con su lector. Sería hoy posible, efectivamente, crear una correlación directa entre la idea de máquinas híper-evolucionada, una especie de híper-IA, y el mundo en el que vivimos. Y, también, sería correcto pensar que el discurso de Butler presuponía la existencia de algo que estaba a punto de tomar forma en los años en los que el autor escribió su libro.

Las máquinas, ahora ya no metáfora, presuponen su desarrollo hasta una visión casi simbiótica con los seres humanos, los cuales, en su afán de mejorar la condición de las máquinas mismas, se convierten en sus esclavos, como si sin ellas no pudieran hacer nada. La evolución de las máquinas sería entones algo real, de carácter, esta vez (ya que en la naturaleza esto no se da), teleológico, decido a priori por los seres humanos mismos. La advertencia que Butler nos presenta es la de tener en cuenta que es fácil cambiar nuestro estatus de “amo” al de “esclavo”, sobre todo en el caso del empleo de aquellas herramientas que nos permiten hacer más fácil nuestro trabajo. 

Sin embargo, la evolución de Darwin tenía otros sequitur que Butler logró adaptar para su obra. Si volvemos al concepto de máquinas como metáforas, en este caso lo que los tres capítulos de Erewhon nos cuentan es que el ser humano no es el centro del universo y que, en la lucha por la supervivencia, es posible que un día desaparezca. La evolución humana, entonces, tiene sus límites, como la evolución de cualquier otra especie, y nada impide que un día aparezcan otros seres mejores que nosotros, o sea de aquel tipo de “mejor” que se basa simplemente en el lema darwiniano de la supervivencia de quienes mejor se adaptan a su contexto natural.  

Las máquinas, entonces, se insertan, en cuanto metáfora, en la prosecución de un discurso que Darwin no quiso profundizar en sus libros, o sea en el hecho de que la presencia de cualquier especie es solo temporal y, por cuestiones de cambios debido al proceso evolutivo, sería correcto pensar que todo lo que nos rodea, desde un punto de vista de seres vivos, no podrá seguir existiendo dentro de unos centenares de miles de años. El ser humano, si tomamos un punto de vista más limitado, solo es un elemento entre muchos y, sequitur, su idea de ser el cénit de una supuesta evolución con un carácter teleológico o, por lo menos, de progreso universal, resulta ser completamente falsa. 

Se nos presenta, ahora, una pregunta muy importante: ¿cuál es el objetivo de The Book of the Machines y de Erewhon? Efectivamente, una respuesta como “provocar deleite” no sería bastante y resultaría muy limitadora. Lo que Butler logra hacer con su libro, en especial manera en lo que a los tres capítulos se refiere, es poner en marcha una serie de elucubraciones con las que entablar un discurso sobre el significado de ciencia y de pseudociencia, y al mismo tiempo llevarnos a preguntar lo que efectivamente la teoría de Darwin implica.

La literatura es entonces el marco en el cual es posible jugar con los sequitur de la ciencia, de la filosofía. Si la ciencia solo nos puede llevar a determinados resultados, y si ella impide que se hable de lo que está fuera de su alcance (o sea fuera de las posibilidades de la investigación y del método científico) a menos que se propongan hipótesis (por supuesto dentro del marco del discurso científico compartido, lo cual nos hace volver a la cuestión del método), la literatura puede abrir nuevos horizontes y permitir una serie de consideraciones que se definen sí ficticias, pero plausibles o, en palabras más llanas, parte del discurso mismo de la ciencia.

Lo Butler hizo, por ejemplo, fue poner en marcha unas consideraciones sobre el valor de la teoría de Darwin, y llevar los resultados (también los más escondidos) de esta teoría a la superficie, entablando un diálogo con sus lectores y permitiendo así aumentar el alcance de lo que podemos definir como una lectura lógica y racional de las proposiciones de la teoría misma. La literatura, entonces, no se posiciona en una situación de “fuera del marco de la ciencia”, como si de algo completamente diferente se estuviera hablando, sino que sigue con su valor social de punto en el cual los diferentes aspectos de la cultura humana pueden encontrarse. Exactamente como la Odisea, la Ilíade o el Quijote nos hablan de nuestros deseos, de nuestros problemas diarios, y al mismo tiempo nos proponen una serie de elementos pedagógicos (nos muestran cómo hay que comportarse  en la sociedad), es también correcto afirmar que la literatura puede ayudarnos a mejor comprender el lenguaje científico y permitirnos analizar las consecuencias de las nuevas descubiertas. O, en palabras más llanas, podemos sostener que la literatura, en algunos casos, ayuda a que nosotros, en cuanto miembros de la sociedad y de la cultura humana, logremos interiorizar lo que la ciencia nos indica sobre la naturaleza y sobre nosotros mismos.


Bibliografía principal:


Butler, Samuel, 1863, “Darwin among the Machines”

https://nzetc.victoria.ac.nz/tm/scholarly/tei-ButFir-t1-g1-t1-g1-t4-body.html 


Butler, Samuel, 1872, Erewhon: or, Over the Range https://archive.org/details/in.ernet.dli.2015.225434/page/n9/mode/2up 


Darwin, Charles, 1861 (tercera edición), On the Origin of Species

http://darwin-online.org.uk/converted/pdf/1861_OriginNY_F382.pdf 


Darwin, Charles, 1871, The Descent of Man

https://archive.org/details/descentman00darwgoog/page/n6/mode/2up 


Bibliografía secundaria (para quienes necesiten más información) : 


Breuer, Hans Peter, 1975, “Samuel Butler's "The Book of the Machines" and the Argument from Design”

https://www.journals.uchicago.edu/doi/abs/10.1086/390595?journalCode=mp 


Paradis, James G. (ed.), 2007, Samuel Butler, Victorian against the Grain, Canadá, University of Toronto Press 


Pauly, Philip J., 1982, “Samuel Butler and His Darwinian Critics”

https://www.jstor.org/stable/3827109 


Raby, Peter, 1991, Samuel Butler: A Biography, GB, University of Iowa Press


Werber, Niels, 2018, “A Community of Limbs”

https://meiner-elibrary.de/zmk-zeitschrift-fur-medien-und-kulturforschung-9-1-2018-mediocene.html 

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