03. Introducción a la Historia de la Ciencia_Tarea 4

 

Eppur si muove. 
 

El personaje del que vamos a analizar algunas de las obras pictóricas (no hecha por él, sino las en la que aparece como actor principal) es uno de (o quizás el) los padres de la ciencia moderna, en especial manera la occidental, por lo menos según lo que se puede definir como el contexto cultural en el cual se inserta. Galileo Galilei, efectivamente, representaría al homo novus quien, dejando atrás los elementos de la tradición, rompe con los esquemas preestablecidos y se lanza hacia la investigación del mundo (¿del universo?) que lo rodea. 
 Como ya sabemos, el factor “Galilei” es tal que, además de su importancia en el campo científico, su figura se ha vuelto caso mitológica y emblemática en lo que a su relación con la iglesia se refiere. Efectivamente, Galileo sería el símbolo de la voluntad de investigar ante unas autoridades que quiere parar el camino hacia la verdad y hacia una mejor comprensión del mundo. Las cuestiones reales de lo que sucedió en verdad (véase por ejemplo la lectura que de Galileo y su proceso hace Feyerabend) poco o casi nada nos importa aquí, ya que el objetivo es analizar su presencia en el arte (una lectura interesante, de todos modos, de carácter también político, es la Brecht en su obra teatral). 

 

 

 En esta imagen lo que vemos es a un viejo Galileo sentado y mirando hacia el público. Hay que notar, entonces, el elemento de diálogo directo que se instaura, ya que la idea es la del científico quien, directamente, mira en los ojos a quien lo está mirando. El juego textual, entonces, está conectado con el acto mismo de mirar y a la presencia, en la mano derecha del científico italiano, de un objeto muy importante. Nótese, de todas formas, que un posible ulterior mensaje del texto pictórico puede ser el valor de “importancia” que es transmitido no solo por la postura de Galilei (sentado), sino también por su edad (el concepto de sabiduría y edad). 




Aquí seguimos con un Galileo anciano, sin embargo el juego del ojo se carga de un sentido diferente. Si en el primer caso estábamos ante un diálogo entre dos actores (nosotros y Galilei), aquí la mirada del científico se mueve fuera del espacio del cuadro, lo cual pone de manifiesto su voluntad de observar el mundo de los cielos (la cuestión, obviamente, sería si esto tiene o menos también un carácter religioso). Nótese que el discurso/diálogo que se pone en marcha puede tener dos interpretaciones: Galilei podría estar en un monólogo y su mirada indicaría que no nos tiene en ningún tipo de consideración, ya que lo que le interesa es lo que está “fuera”, o, algo quizás más interesante, el acto de mirar “hacia allá” sería parte de un diálogo que instaura con el espectador ya que lo alienta para que siga su mirada y abra él/ella también los ojos ante el universo. 




Más interesante en lo que al texto visual se refiere, aquí estamos ante un división de la imagen en dos partes principales: los eclesiásticos a la izquierda, Galilei a la derecha. La posición del científico es la de una persona que quiere mostrar su voluntad de saber de estar diciendo lo correcto; efectivamente, nada nos hace pensar que tenga miedo, mientras que los tres personajes a la izquierda contrastan con unas actitudes menos seguras o, por lo menos, por nada heroicas. Es interesante notar aquí, otra vez, el juego de la mirada: Galilei mira hacia arriba, como si no le importara la presencia física de los tres eclesiásticos, sin embargo, si seguimos la linea que trazan sus ojos, podemos ver que el punto final podría ser la cruz. Una posible lectura es que Galilei estaría demostrando ser un verdadero creyente, un cristiano completo, quien a la autoridad de la iglesia prefiere la del Cristo. 




 Tenemos aquí a un Galilei más joven quien estaría presentando su telescopio al doge de Venecia. Se trata de un cuadro cuyo objetivo sería la reproducción de un hecho histórico en el contexto político de la república de la Serenissima. Lo interesante, aquí, además de lo que es una atmósfera más relajada, es la presencia de un mapa y de un globo, representaciones, estas, no solo de la ciencia en tanto elemento de conocimiento, sino también de exploración (y, en relación con lo político, de conquista, no solo metafórica). 




Es un Galilei diferente al que vemos aquí. Si en los cuadros precedentes él tenía un carácter positivo, en este ejemplo parece haber tomado una posición subordinada ante la presencia de la iglesia (que, a través de sus avatares a la derecha, representaría la “ciencia” correcta, verdadera) y del poder temporal (el soldado a la izquierda). Una lectura de este texto podría ser la de la fuerza de la iglesia ante los desafíos de Galilei, quien, aquí, se estaría mostrando completamente rendido y asustado, como un pecador (lo cual no nos hace pensar en un hombre amenazado injustamente). 

 Dejando por un lado el quinto lienzo, que nos presenta al pecador que se arrepiente, desde el primero hasta el cuarto cuadro la figura de Galileo abre ante nuestros ojos no solo el símbolo del científico, sino también de quien resalta su estatus casi mitológico. Efectivamente, a través de estos textos pictóricos una posible interpretación podría ser la siguiente: 

 a) Galilei es el símbolo del científico solitario que abre las vías hacia el futuro 

 b) Galilei es un mártir de la ciencia (visión también religiosa) 

 c) Galilei representa la genialidad que tiene que enfrentarse al oscurantismo de una tradición asfixiante (en contra de instituciones que han desnaturalizado, supuestamente, las palabras de la Biblia/del Cristo)

 El resultado es una mitificación del personaje Galilei que no tiene en cuenta el contexto social, político y cultural en el que se movía. De hecho, esto no significa que Galilei no tuviera importancia ni que, efectivamente, no tuviera que enfrentarse a problemas de incomunicabilidad, sino que, en el contexto iconográfico, se subraya el elemento “legendario” que nos lleva a tener una visión a lo mejor hagiográfica. 
 Termino este pequeño ensayo con una consideración personal. La necesidad de celebrar a unos personajes que forman parte de nuestra cultura es, de por sí, algo que se sitúa en la normalidad. Ya sabemos que, con el aumentar de nuestros años, se hace más débil la necesidad de tener aquellos role-models con los cuales basar nuestra vida; sin embargo, el uso de estos modelos en el caso de personas más jóvenes puede funcionar, si bien lo más importante sería no caer en la trampa de la susodicha hagiografía.

Post Scriptum: Un pequeño bonus en relación con la importancia iconográfica de Galilei es su presencia en los viejos billetes de las lire italianas, lo cual demuestra cómo él forma parte de la iconografía de los grandes pensadores de la peninsula.



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