03. Introducción a la Historia de la Ciencia_Tarea 2

 

Habría, al menos, una historia de la ciencia para historiadores, otra para científicos y otra para filósofos. Hoy habría que añadir, al menos, otra para historiadores culturales. (Peset 2009, 260) 

 Difícil de por sí de explicar con pocas (y llanas) palabras, la cuestión de la dualidad de “ciencia” y “ciencias” se define en términos lingüísticos que, en su vertiente comunicativa, no logran mostrar todas las posibles reverberaciones de los dos puntos de vista. Efectivamente, lo primero que es posible notar es que el plural abre una serie de preguntas que no tienen una respuesta simple: si de ciencias hablamos, ¿de cuánta efectivamente se trata? ¿Hay diferencia cuando decimos que las ciencias son tres y cuando añadimos otra? 
 El simple hecho de usar una “s” al final de nuestra palabra significaría, entonces, la necesidad de controlar si estamos ante una complejidad unitaria o una estructura multiforme, lo cual, obviamente, pone de manifiesto otra vez la cuestión de carácter lingüístico: ¿qué es que se entiende con el uso del plural? ¿Que existen “ciencias” o que existen categorías secundarias que, de todos modos, forman parte de un único concepto? Efectivamente, si de plural hay que hablar, esto se refiere a diferentes posibilidades: 

 1) Existen “ciencias” porque, en el conjunto conceptual “ciencia” es posible hablar de categorías inferiores en las que confluyen especializaciones. De ahí que se pueda hablar de ciencia en tanto hiperónimo, lo cual implica el reconocimiento de una estructura de diferentes ámbitos, como, por ejemplo, la biología, la física, la química. 

 2) Existen “ciencias” porque se trata de diferentes maneras de acercarse a la cuestión desde un punto de vista cultural. Existiría entonces la ciencia occidental, exactamente como la oriental, la africana, la asiática, etc. Una clasificación de este tipo dividiría la ciencia en sus vertientes étnicas, una división, obviamente, que podría resultar demasiado superficial si no tenemos en cuenta el intercambio de informaciones entre las diferentes tipologías geográficas. De todas formas, una división de este tipo conllevaría una ulterior categorización (nacional) y otras más (regiones, provincias, ciudades, etc.). 

 3) Existen “ciencias” porque, según los cánones del pensamiento de Kuhn, la historia de la ciencia presenta mundos separados, incapaces de comunicar entre sí. Lo que era “ciencia” en 1800, por ejemplo, no es el mismo conjunto de conocimientos que tenemos hoy en día. La incomunicabilidad lleva a que se instauren prácticas de investigación diversas. 

 4) Existen “ciencias” porque solo hay un tipo único de ciencia, sin embargo es posible hablar de diferentes períodos históricos de diferentes líneas de investigación. No se trata de una división de carácter kuhniano, sino histórica, en la que la división se inserta en una necesidad de crear categorías para así tener una visión más clara y menos caótica (exactamente como la división de la literatura en el campo de la “historia de la literatura”). 

 5) Existen “ciencias” porque la idea de “ciencia” (singular) es solo un constructo social que nada tiene que ver con la realidad de la cuestión. 

 Si bien nos resulta posible tanto rechazar como aceptar una o todas las presentes propuestas, el resultado, más allá de las inclinaciones personales, lleva a tener una visión más diferenciada de lo que la ciencia es. Descartar algunas explicaciones del carácter plural no impide que se lleve a cabo un momento de reflexión con el cual poner en marcha un análisis más profundo del tema. 
 Desde el punto de vista de “historia de la ciencia”, entonces, todo esto implica la necesidad de orientar la práctica de la investigación según unos patrones diferentes. La pregunta “¿qué es la ciencia?” abriría un punto de debate sobre lo que, efectivamente, se puede llamar ciencia o menos. ¿Son los filósofos antiguos científicos o no? ¿Los atomistas griegos hablaban de ciencia? 
 Además, hablar de “ciencias” supone aceptar una mirada capaz de ir más allá de los esquemas de cierta cultura: la ciencia no es solo oriental, por ejemplo, ya que puede ser occidental o americana, árabe o india, según las etapas históricas que analicemos (en el caso presente de nuestra contemporaneidad a lo mejor hemos llegado a un concepto de ciencia mundial). Esto no significa que el resultado nos tiene que llevar a aceptar una pluralidad de opciones sin tener en cuenta ningún tipo de seguridad en lo que a la definición de ciencia se refiere (si así fuere, todo podría ser y no ser ciencia, lo cual implicaría una visión “babélica” y la aceptación de la pseudociencia, más allá, entonces, del pensamiento anárquico de Feyerabend), sino que al acercarnos a este mundo se nos presenta como algo necesario el hecho de intentar deshacernos de esquemas preestablecidos que podrían causar cierta rigidez ante el concepto de “ciencia” y de su historia.

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