01. Epistemología y cultura científica_Tarea 5

 

Considerando que no hay una visión única, parece interesante aceptar que la ciencia no es describible por un conjunto de características inmutables. (Lázaro 98) 

 Como hemos podido ver a través de la lectura de (parte de) la tesis de la doctora Lázaro, el concepto de cultura científica se divide fundamentalmente en grandes categorías, ya que la visión de este tipo de cultura se puede resumir como algo individual o social. 
 La cultura científica, en tanto atributo “individual”, se insertaría así en un discurso de alfabetización en el cual algunos datos precisos (conocidos por los científicos o, más simplemente, parte del iperónimo “ciencia”) se trasladan simplemente a las personas que obtendrán así las herramientas para descifrar los textos científicos o tan solo leer el mundo/universo a través de la lupa (y de la sintaxis) de la ciencia.
 Sin embargo, esta visión “individual” ha sido enriquecida a través de reflexiones que han llevado a plantearse la necesidad de tener en cuento los “uso[s] y procesos de apropiación” (Lázaro 101). Se necesitarían, entonces, unas series de elementos prácticos con los cuales poner en relación con el concepto “ciencia y tecnología” otras partes concretas de nuestra misma sociedad. No basta con el dar conocimientos, ya que el objetivo sería “involucrar a las personas y valorar su participación” (Lázaro 101). 
Si tomamos el punto de vista “social”, en este caso lo que nos interesa es el conjunto de relaciones que se van construyendo entre la ciencia/tecnología y la sociedad en la que no solo se encuentra, sino de la que forma parte en un movimiento dual dialógico capaz de crear una serie de interdependencias globales. Se trataría, entonces, de controlar también cómo la ciencia está presente a través del “apoyo […] proporcionado por gobiernos e instituciones así como por la sociedad en su conjunto” (Lázaro 101-102). 
 El punto de vista “social”, entonces, llevaría también a tener en consideración aquellos organismos que se ocupan de ofrecer a sus ciudadanos los elementos que forman parte del discurso científico, organismos como, por ejemplo, las escuelas o las academias, así como los media. 
 En otras palabras, la visión individual toma en consideración el concepto de alfabetización en tanto punto de partida en el contexto de un discurso más amplio sobre “lo que la gente sabe o entiende sobre ideas y conceptos científicos” (Lázaro 88), discurso en el cual se divide a la población entre los “especialistas” activos y los “legos” pasivos (Lázaro 92), mientras que la lectura social habla de la cultura científica en tanto “proceso activo de carácter bidireccional” (Lázaro 88), con lo cual se ponen en marcha una serie de actividades más diversas con las que “estimular esa cultura científica [y] que vayan más allá de la difusión y popularización” (Lázaro 94) . 
 Lázaro cita también a Polino y sus colaboradores (2003), y traza así un esquema dividido en tres categorías para definir el concepto de cultura científica: 

 a) institucional (lugares que son, de por sí, expresión de la ciencia) 
b) de los procesos sociales (visión social en la que se subrayan los métodos de divulgación y participación) 
c) individual (percepción de la ciencia por parte del individuo) 

 En conclusión podemos afirmar que ha habido un cambio en la definición de “cultura científica”, pasando del simple conjunto de conocimientos básicos de carácter académico a una visión más amplia en la que confluyen también las reverberaciones de la ciencia y de la tecnología en la sociedad, lo cual pone de manifiesto la necesidad de una democratización didáctica a través de elementos claves capaces de ofrecer al público toda una serie de datos y de claves de lectura con los cuales tomar un rol más activo.

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